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Los ojos de Europa se fijan sobre Marine Le Pen


La hija del controvertido nacionalista Jean-Marie Le Pen, heredó no sólo el mando de su partido, sino también varios de los ideales con los que piensa dar a Francia un giro radical hacia la derecha

Hay veces en las que la política se lleva en la sangre, y es el caso de Marion Anne Perrine Le Pen, conocida mejor por sus simpatizantes y detractores como Marine.

Con un discurso lleno de calificativos y no exento de palabras polémicas y punzantes, al igual que su padre, no deja a nadie indiferente. Esa capacidad para capturar la atención ha sido la clave de su éxito en la carrera presidencial del próximo 23 de abril, donde hasta ahora va de primera según las encuestas.

Desde muy pequeña su vida ha quedado definida por las líneas del partido Frente Nacional (FN). Aún en la memoria colectiva de París permanece una imagen de ella, con sólo 7 años, viendo asustada los escombros de su casa tras un atentado-bomba que iba dirigido a su padre y del que lograron salir ilesos. Ahora, a sus 48 años, es madre de 3 hijos y está 2 veces divorciada, ambas con dirigentes del partido. Milita en el FN desde los 18 años y ahora lo preside junto a su actual marido, Louis Aliot.

Su vida familiar se encuentra llena de baches. Las diferencias internas del partido la separaron de su hermana y la sombra de tener un padre extremista le impidió durante años ejercer como abogada para grandes bufetes, por lo que trabajó en casos donde varias le tocó representar a clientes de bajos recursos, entre ellos inmigrantes ilegales. Tampoco tuvo buenas relaciones con su madre, Pierrette Le Pen, y aunque después se reconciliarían, jamás le perdonó que huyera de casa cuando Marine tenía apenas 17 años, ni el escándalo que creó cuando apareció desnuda para la revista Playboy.

Le Pen comenzó su carrera en 2004 cuando consiguió ser doblemente elegida como Consejera regional por el departamento de Pas-de-Calais y diputada al Parlamento Europeo, cargo desde el cual esgrimió fuertes críticas al sistema político y económico de la Unión Europea, así como comentarios contra los refugiados musulmanes que le valieron en 2013 un juicio por incitación al odio y que culminaron con el retiro de su inmunidad parlamentaria.

La ausencia de un modelo materno, y el favoritismo paterno, la han moldeado como una mujer dura que odia usar faldas y encuentra relajante montar a caballo y practicar tiro. Estas características formaron entorno a ella una imagen de “Dama de hierro” que usa como gancho de sus campañas.

Aunque no le gusta catalogarse como de ultraderecha, Le Pen comparte muchos rasgos en común con otros movimientos de corte populista y euroescéptico, como el Partido por la Libertad de Holanda o la Alternativa para Alemania de Frauke Petry. Su oposición férrea a las doctrinas liberales y la globalización la hicieron célebre, e incluso en una entrevista, declaró con convicción que la Unión Europea había muerto. También ha manifestado en reiteradas ocasiones su admiración por el actual presidente de los EE.UU., Donald Trump, siendo una de las primeras en visitarlo a su torre de Nueva York cuando el republicano ganó las elecciones en diciembre de 2016.

En 2011, Jean-Marie Le Pen, tras 39 años dirigiendo el Frente Nacional, le encarga a Marine su dirección con el objetivo de renovar el partido con un liderazgo joven y limpiar su imagen ante la opinión pública. Allí, rechazó toda forma de pensamiento neonazi infiltrado entre sus miembros y expulsó a varios por prácticas y declaraciones de esa índole, incluido su propio padre, en 2015.

Le Pen fue candidata para la presidencia francesa en 2012, donde logró el tercer lugar con un 17.9% de los votos, y desde entonces, conquistó importantes victorias como la de 2014 en el Parlamento Europeo, donde consiguió con 24 escaños posicionar a su partido como la primera fuerza política de Francia.

Ahora tiene la vista puesta de nuevo en el Palacio del Elíseo. A pesar de ser tan controvertida en sus declaraciones, mantiene hermética su vida personal, lo que le permite evitar que sus adversarios sigan utilizando su historial familiar en contra suya. El descontento causado por los últimos atentados terroristas, la economía estancada y un sentimiento general de pesimismo, le permitió capitalizar el malestar popular y situarse como la gran favorita para las elecciones con un 25% ante una izquierda dividida, sólo seguida de cerca por el candidato del partido conservador Francois Fillon.

De llegar al poder, los planes de gobierno de Le Pen se centrarían en blindar las fronteras a la migración ilegal y recuperar la independencia económica y legislativa de Francia fuera de la Zona Euro. Ante las posibilidades de un “Frexit”, asegura que primero buscará acordar su autonomía dentro de la Unión, y de no concretarse, someterá entonces la decisión a Referendo de la misma forma en que lo hizo Gran Bretaña. Su ascenso podría significar una importante conquista para todo el movimiento ultraderechista que lleva ya tiempo ganando terreno en distintos países y aunque en 2002 su padre también logró llegar hasta el balotaje pero sin éxito, hace mucho que Marine Le Pen salió de la sombra paterna para labrar su propia carrera, como una de las líderes más radicales y de cuidado dentro del viejo continente.


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