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Octavio Lepage, el último presidente demócrata que perdió Venezuela




El Abogado, presidente interino de la república y durante décadas dirigente político, falleció a los 93 años de edad y deja un legado de lucha pacífica por la democracia venezolana


Son pocos los que recuerdan –quizás por desconocimiento de la historia o por la brevedad de aquel mandato- que juró, con la valentía que el momento ameritaba, ante el Congreso Nacional, cumplir fiel y lealmente con los deberes inherentes a encargado de la Presidencia de la República en mayo de 1993, puesto que ocupó de manera interina tan sólo 15 días tras la destitución de Carlos Andrés Pérez por los casos de corrupción que lo involucraban.

Se definía a sí mismo -en el libro La conjura final- como un político peculiar y de ambiciones limitadas. “Nunca pensé que todo líder político tenía que aspirar a la Presidencia”, dijo.


Seguramente por ello en su discurso de juramentación, admitió no haber buscado ni deseado tan alta investidura. Luchó y entregó su vida a servir a la nación, ocupando cargos de valiosa importancia como embajador en Bélgica, diputado y ministro de interior durante los gobiernos de CAP y Jaime Lusinchi.


Luego de una larga vida de 93 años, siempre expuesta a la luz pública por su condición de político que asumió desde temprana edad, Octavio Lepage dejó impreso en la política venezolana manifiestos de lucidez y democracia. Miembro del Comité Ejecutivo Nacional de Acción Democrática por décadas -actividad que complementaba con su ejercicio como parlamentario-, este anzoatiguense se opuso de manera férrea a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, por lo cual fue encarcelado por 4 años en San Juan de los Morros, y a la dictadura –como él denominada sin tapujos- de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. “Octavio asumió la responsabilidad de liderar la resistencia. Sus jóvenes manos empuñaron el mando del combate”, dijo su amigo y compañero de lucha Carlos Canache Mata.


La actitud calma lo caracterizaba, aún en momentos críticos de su acontecer político que hoy todavía lo condenan en la memoria de algunos. “Octavio Lepage y Carlos Andrés Pérez lo mandaron a matar”, expresó alguna vez el actual Alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, refiriéndose a su padre, quien fue encontrado muerto el 25 de Julio de 1976. Lepage, en ese entonces Ministro del Interior del gobierno de Pérez, anunció en rueda de prensa, fumando un cigarrillo entre cada frase que pronunciaba, que Rodríguez –dirigente socialista de la época- había sido hallado muerto. Años más tardes admitió, pese a los señalamientos, que no estaba al tanto de la detención de Rodríguez y que se trató de un abuso policial del cual no tenía ninguna responsabilidad.


Autocrítico como no muchos políticos, aceptaba los errores históricos cometidos por él y su generación: “Olvidamos que, además de construir obras materiales, había que fortalecer la capacidad y la conciencia de la gente para que fuese sustento poderoso de la democracia”, “Entre otras cosas, por inexperiencia política”, dijo pocos meses antes de su muerte este mes de enero.


Sin ambiciones más allá que la ejercer con entereza los cargos públicos que fueren, Octavio Lepage se convirtió, sin buscarlo, en el último presidente demócrata que perdió Venezuela. Su legado puede ser medido, quizás, por estas palabras que pronunció Antonio Ecarri Bolívar en el homenaje póstumo que le realizó la actual directiva de la Asamblea Nacional: “¡Honor y gloria a Octavio Lepage! Gracias, Maestro de la dignidad, por enseñarnos el camino de la ética, de la honestidad y el amor a Venezuela”.



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